located in the province of Azuay. This is a qualitative research study based on the content
analysis of 10 semi-structured interviews. The findings indicate that the participants first
became acquainted with drug use through their peers, in educational, social, and athletic
settings, associating it with relaxation, socialization, and enjoyment. Furthermore, they
indicated that when they were repeatedly exposed to similar events, their thoughts, emotions,
and attitudes towards drug use diverged from those initially experienced. They also identified
the presence of sociocultural and normative patterns in their environment that led to the
formation of these behavioural patterns. Following the completion of these two processes, all
participants reported that they had come to view the consumption of psychoactive substances
as a normal practice among young people. They subsequently proceeded to ingest a variety
of drugs, for a range of motivations and at varying frequencies. These findings indicate that
the normalization of drug use in this group is a complex process, the result of a series of events
in which the participants consider that individual, family, social, cultural and political factors
interact.
Keywords: drugs, consumption, young people, normalization.
INTRODUCCIÓN
La ingesta de sustancias psicoactivas constituye un problema a nivel global en términos de
salud mental y social. De acuerdo con el reporte de la Oficina de las Naciones Unidas frente
a las Drogas y el Delito (UNODC, 2024), alrededor del mundo 292 millones de personas han
consumido algún tipo de droga, resultando el cannabis la sustancia más conocida, en tanto
es empleada por el 78% de consumidores. En el caso de Ecuador, este constituye un
fenómeno socioeconómico preocupante, según la Comisión Interamericana para el Control
del Abuso de Drogas (CICAD, 2021), este país ocupa el primer lugar en el consumo de alcohol
en Latinoamérica, el segundo por excesivo uso de tabaco superando a los Estados Unidos y
México, y el cuarto respecto a la ingesta de marihuana.
El Ministerio de Salud Pública de Ecuador (MSP, 2020) señala que, a nivel nacional,
existen aproximadamente 800.000 individuos que consumen alcohol, tabaco u otras
sustancias; además, se identifican como provincias de mayor consumo: Guayas, Pichincha,
Manabí y Azuay. En lo que respecta al contexto de estudio, de acuerdo con el Plan de
Ordenamiento Territorial del cantón Santa Isabel 2020-2030, perteneciente a la provincia del
Azuay, el 44% de la población estima la ingesta de alcohol y drogas como el principal
problema de la comunidad.
El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los Estados Unidos (NIDA, 2023)
menciona que el consumo de sustancias tiene afectaciones motivacionales, emocionales,
comportamentales, físicas, sociales y en el aprendizaje de los jóvenes. Los efectos asociados
al consumo de drogas en general y el cannabis en particular variarán según la frecuencia y
la cantidad de dosis ingerida (NIDA, 2020a). Estos pueden manifestarse en el corto plazo,
como resultado de la sobre estimulación en el cerebro al producir alteraciones en: los
sentidos, la percepción, la memoria, la atención, la concentración, el estado de ánimo, la
coordinación motora y el juicio (NIDA, 2020b; Organización Panamericana de la Salud [OPS],
2018). Asimismo, se identifican cuadros de ansiedad, pánico, incremento en el apetito,
afecciones físicas como taquicardia, sudoración y alteraciones en el sueño (CEDRO, 2018).
Dentro de las afectaciones a largo plazo, se encuentran: alteraciones el campo
neurobiológico, modificaciones en la estructura cerebral en el hipocampo, la corteza
prefrontal, el cerebelo y el sistema de recompensas (OPS, 2018; Cortés et al., 2019). De igual
forma, se refieren cambios en los procesos cognitivos, tales como disminución en la atención,
el aprendizaje, la memoria (OPS, 2018; Pozo et al., 2019). A nivel psicológico, se presentan
cuadros de dependencia y trastornos como: depresión, ansiedad, psicosis, ideación y
conductas suicidas (OPS, 2018). En lo que respecta a daños físicos, se mencionan
enfermedades cardiovasculares, respiratorias, cáncer, afectaciones en el sistema
inmunológico y reproductivo (NIDA, 2020b; OPS, 2018). Así también, se encuentran efectos
negativos en el desarrollo social de los individuos, tales como deserción del sistema