form of psychotherapy that has been shown to be effective in the treatment of specific phobias.
This article describes a clinical case of a 33 year old woman living in Argentina with this
disorder. Eight virtual sessions were conducted using Brief Strategies Therapy, an integrative
model with a qualitative single case design of psychotherapeutic interventions. As a result, the
relevant clinical symptoms were fully resolved and treatment was successful with clinical and
psychotherapeutic significance beyond the phobia and stated treatment goals.
Key words: phobia, psychotherapy, brief psychotherapy, strategic brief therapy.
INTRODUCCIÓN
El miedo es un proceso evolutivo que todos los seres humanos experimentamos desde
nuestra infancia, pero su naturaleza es dinámica según los años, debido a que pasa de un
miedo de carácter físico a un miedo social. Tener miedo es normal en una etapa de evolución
porque son síntomas transitorios y de baja intensidad. Se dice que los miedos infantiles forman
parte de las etapas evolutivas, por consiguiente, son comunes a todos los niños y niñas. Se
los relaciona a las distintas fases de desarrollo y van cambiando a lo largo de su vida, según
evolucionan las características cognitivas, sociales o emocionales de los mismos (Sabater,
2019).
Además, el miedo es una emoción básica que permite al ser humano mantenerse alejado
del peligro, es una respuesta que se adapta y motiva para reaccionar de forma rápida ante la
amenaza, es decir que posee una función de protección. Sin embargo, es preciso identificar
cuando este pasa de ser normal a patológico, observando que el mismo se presenta con
mucha frecuencia, con una intensidad excesiva, inadecuada, es desproporcionada y llega a
producir una incapacidad funcional en el sujeto. (Valiente, 2020)
Etimológicamente, la palabra “miedo” proviene del latín metus. Alteración emocional
perturbadora por riesgo o daño real o imaginario. Es decir, se crea una distorsión de ideas,
pensamientos, representaciones o imaginaciones e incluso se hacen comparaciones que se
asemeje a la imagen de miedo o terror. (Real Academia de España, 2022).
En este punto se considera relevante realizar la distinción entre la noción de miedo y ansiedad,
así, se observa que la reacción de miedo se produce ante un peligro real, siendo esta
proporcional al estímulo, a diferencia del caso de la ansiedad, en el que la reacción es
desproporcionada en relación a la peligrosidad del estímulo. Identificando de este modo el
componente patológico de los trastornos de ansiedad, determinados por una reacción de
miedo desmedida e inapropiada (Delgado & Sánchez, 2019).
Para diagnosticar una fobia específica y de acuerdo con el DSM- 5, se deben cumplir
ciertos criterios, entre estos tener en cuenta que la ansiedad debe ser intensa por un objeto o
situación determinada. Asimismo, la situación fóbica que se tiene debe producir miedo
inmediato, evitar o resistirse con ansiedad intensa a cierto objeto o situación, además, se debe
tener en cuenta la duración de al menos 6 meses para considerarse como tal. Finalmente, la
fobia específica genera incomodidad o malestar significativo en las diferentes áreas del
funcionamiento del sujeto (American Psychiatric Association, 2014, p.130).
Asimismo, la OMS (2022) realizó un estudio de investigación en más de 90 países para
conocer las cifras de ansiedad y depresión a raíz de la pandemia por el Covid- 19. Entre los
resultados obtenidos se encontró que la prevalencia mundial de ansiedad y depresión ha
aumentado en un 25% (OMS, 2022). Lo cual se ha convertido en una gran preocupación para
toda la sociedad, especialmente una llamada de atención para las autoridades de todo el
mundo, debido a que no se le da la debida importancia al trabajo de los especialistas de la
Salud Mental (Organización Panamericana de la Salud, 2022).
Por otro lado, los trastornos de ansiedad prevalecen a nivel mundial junto a la depresión
(Coto-Lesmes et al., 2020). Un 3,6 % sufre estos trastornos, y los mismos son más frecuentes
en mujeres, y en sujetos de mediana edad. En Argentina se calcula que un 15,4 % de la
población adulta tuvo un trastorno de ansiedad o del estado de ánimo durante el último año
(Coto-Lesmes et al., 2020, pp.63-84).
Según la última investigación realizada por el Instituto Nacional de Salud Mental en Lima