convivencia escolar (Jiménez, Sancho y Sánchez, 2019, p.127). El concepto ciberconvivencia
para referirse a “la existencia de relaciones interpersonales positivas en contextos virtuales,
donde las personas muestran actitudes prosociales, diálogo y respeto mutuo” (Spears et al.,
2013, citado en Ortega-Ruiz y Zych, 2016, p.2), la convivencia ya no puede entenderse
simplemente como un sistema de relaciones entre las personas presentes, sino como un
sistema de relaciones presenciales y virtuales (Ortega-Ruiz., Rey y Sánchez, 2012), de lo que
ha surgido el concepto de ciberconducta como una de las nuevas dimensiones en las que las
relaciones interpersonales (Ortega-Ruiz y Córdoba, 2017).
La dificultad presente en este nuevo escenario educativo se encuentra en que gran
parte de los y las docentes tienen un menor manejo de recursos y conocimientos de las
diversas tecnologías en comparación con el alumnado (Castro, 2013, p. 67). En este sentido,
los docentes tienen la obligación de desempeñar nuevas funciones y recibir una formación
acorde al escenario actual (Montoro y Ballesteros, 2016, p.132), que requiere formar al
profesorado en competencias para gestionar la nueva convivencia y regular la ciberconducta
de los y las estudiantes (Castro, 2013). Además, es necesario que la comunidad educativa
diseñe y desarrolle estrategias y actividades específicas de actuación ante situaciones de
riesgo que dificulten la ciberconvivencia (Jiménez, Sancho y Sánchez, 2019).
El profesorado, uno de los principales actores de la comunidad educativa (Mineduc,
2021) no solo es responsable de la transmisión de conocimientos en cada una de las
disciplinas en la que es experto, sino que también debe aportar a la formación ciudadana
sustentada en valores como el respeto, el diálogo y la resolución pacífica de conflictos
(MINEDUC, 2021); lo que implica que deben desarrollar las herramientas afectivas
necesarias al estudiantado para prevenir y afrontar problemáticas como el ciberacoso, y para
ello, son los pedagogos los primeros que deben conocer sobre prevención, detección y
actuación en estos casos. Sin embargo, el tema aún no se incluye en la formación inicial
docente ni en la capacitación de docentes en servicio y es, además, poco investigado,
especialmente en Chile.
Por otro lado, es relevante enfocarse en las necesidades relacionadas con la
Inteligencia Emocional, que está fundamentada por la dimensión personal y social y posibilita
la gestión de sentimientos, solución de problemas y relación social (Pedrera, 2017, citado en
Jiménez, Sancho y Sánchez, 2019, p.128).
Existen experiencias educativas exitosas basadas en la prevención del ciberacoso,
incorporando propuestas destinadas al desarrollo de competencias digitales que permitan
enfrentar la comunicación, las actitudes y las emociones derivadas de la conducta en redes
sociales y que van construyendo la ciberconvivencia, para que sirvan de protección ante
riesgos como el ciberbullying, la adicción a las nuevas tecnologías, el sexting o el grooming
(Ortega-Ruiz, 2015, citado en Ortega-Ruiz y Córdoba, 2017, p. 24). También, los autores
incorporaron en el modelo herramientas para ayudar a los y las docentes a estimular y mejorar
las acciones educativas incluyendo métodos que promuevan valores cooperativos, control
sobre las reacciones y las respuestas ante lo que puede encontrarse en internet y en las
redes sociales y competencias que formen al estudiantado en una comunicación eficaz,
incluyendo habilidades de diálogo, debate, crítica y negociación (Ortega-Ruiz, 2015, citado
en Ortega-Ruiz y Córdoba, 2017).
Asimismo, es importante que el profesorado disponga de competencias mediales, es
decir, que tengan conocimiento de los medios e investigaciones sobre estos, que sean
capaces de aplicarlos en el ámbito escolar y puedan orientar su uso, para que de esta forma
se pueda enseñar a trabajar con medios que faciliten crear entornos de aprendizaje, nueva
cultura y visión de formación permanente (Bartolomé, 2005).
En investigaciones realizadas en España, se concluye que el profesorado de primaria
y secundaria de la Región de Murcia carece de conocimientos y formación sobre el tema y
no están en condiciones de afrontarlo (Giménez y Carrión, 2018); en una investigación
cuantitativa, se describe la percepción de una muestra de 115 estudiantes de pedagogía de
una universidad chilena respecto al ciberacoso en la escuela, así como también al nivel de
preparación para poder detectar y abordarlo: un 90.43% de los futuros profesionales de la
educación manifestaron que el ciberacoso es un problema altamente extendido entre