notar el crecimiento del mercado común y sus beneficios; sin embargo, el
pragmatismo británico les permitió ver que el mercado europeo era claramente
más atractivo y trataron de ingresar desde la década de los sesenta, lograron
ingresar a mediados de los setenta durante un gobierno laborista; esto generó una
fuerte oposición en el partido conservador, que desde el inicio mantuvo sus
reservas, esto se magnificó con Margareth Tatcher que se opuso firmemente a las
restricciones y obligaciones presupuestarias de la Unión.
En estos factores está la raíz de la oposición británica a la Unión Europeo, sobre todo
de las corrientes conservadoras, esta posición euroescéptica está en el ADN de la
política británica que es presa de amargas disputas en los periodos de mayor crisis,
en este contexto, el Primer Ministro de Gran Bretaña al 2015 David Cameron ante el
crecimiento del UKIP, un partido eurófobo y para tranquilizar al ala más
euroescéptica de su propia corriente política; ofrece un referéndum de permanencia
en la Unión Europea, mismo que se hace efectivo al 2016 con el sorprendente
resultado de la ganancia de la no permanencia con un 52% lo que provocó su dimisión
al ser el rostro visible de la campaña por el Sí, al 2017 el gobierno británico
encabezado por Theresa May, activa la cláusula de salida de la Unión Europea, al
2018, tras meses de una negociación difícil con la Unión Europea, May logra un
acuerdo aceptado por sus pares europeos, pero que es rechazado por la mayoría del
Parlamento Británico y pierde la mayoría; la cuestión irlandesa se convierte en el
primer escollo de la futura relación entre los antiguos socios; la frontera blanda
buscada por los europeos y obtenida en las negociaciones, choca con la oposición
parlamentaria a que los norirlandeses sean tratados de una forma distinta al resto. La
fuerte oposición parlamentaria no permite la aprobación del acuerdo en Londres y
deja sin margen de maniobra a May que se ve avocada a renunciar ante la
imposibilidad de llevar a puerto la salida de Gran Bretaña con un acuerdo, dando lugar
a Boris Jhonson partidario de negociaciones más duras y la salida con o sin acuerdo
de la Unión Europea; finalmente , se solventa la cuestión irlandesa con controles
aduaneros fuera de la frontera, y se ratifica el acuerdo con estratagemas legales para
sortear la oposición de los norirlandeses, al 31 de enero de 2020 se materializa la
salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (RTVE, 2020).
Tras este proceso, el Reino Unido retoma el control de su política comercial la
cual se ha enfocado en la generación de tratados comerciales con otras naciones con
el fin de competir con la Unión Europea; hasta Marzo de 2020, Gran Bretaña había
suscrito una veintena de tratos de continuidad con socios que ya tenían acuerdos
comerciales con la Unión Europea: Barbados, Belice, Chile, la Mancomunidad de
Dominica, las islas Feroe, Fiyi, Granada, Guyana, Israel, Jamaica, Palestina, Papúa
Nueva Guinea, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas,
Suiza y cuatro Estados africanos de los cuales sólo Mauricio ha sido nombrado
específicamente. En otras palabras, el Reino Unido firmó convenios con instancias de
las que ya se beneficiaba previamente como miembro del bloque comunitario (DW,
2019). Respecto a Latinoamérica el gobierno británico firmó el año pasado (2021)
acuerdos comerciales con varias naciones para conservar de forma bilateral las
preferencias arancelarias acordadas con la UE el primero fue Chile. Luego lo hicieron
Perú, Ecuador, Colombia y las naciones de Centroamérica; es decir, la estrategia