vínculo entre la codificación lectora y escritora teniendo una adecuada
correspondencia entre estas, por consiguiente, es importante la enseñanza-
aprendizaje de la lengua escrita en forma correcta, siendo el maestro el principal guía
del proceso, cuyo propósito es promover el desarrollo integral de los estudiantes, lo
cual, implica una escritura legible, articulada, comprensible generando y
transmitiendo mensajes. En tal sentido, el lenguaje escrito se convierte en una
actividad organizada. (Yisel, 2021)
Las condiciones señaladas en el párrafo anterior, deben ser complementadas con
habilidades motóricas, perceptuales, lingüísticas y conceptuales que avalen que la
escritura sea legible, comprensible y se transmita mensajes apropiados. En otras
palabras, es fundamental que el niño se expresa de manera escrita entendiendo y
posibilitando el entendimiento de los demás. Cabe precisar que cuando la escritura
es desordenada, presenta omisiones, adiciones, y/o trasposiciones de sílabas, letras
o palabras; es decir, se evidencia una dificultad en la expresión escrita o presenta
dificultades en la escritura, lo cual, se conoce como Disgrafía. El Manual Diagnóstico
y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM-5), refiere a este problema como un
Trastorno Específico del Aprendizaje, (Jesús et al., 2017)
La disgrafia
Para comprender la disgrafia se parte de conceptos básicos como es la definición
hecha por Ajuriaguerra, en su Manual de Psiquiatría Infantil, en el que refiere que
“será disgráficos cualquier niño cuya escritura sea defectuosa, si no tiene un déficit
importante intelectual o neurológico que lo justifique” (Martín et al., 2005).
Cotidianamente se reportan niños en segundo tercero y cuarto año de Educación
Básica que escriben muy despacio, con errores a pesar de no tener déficit intelectual
que justifiquen dichos errores, sin embargo, su avance escolar va retrasándose en
forma cada vez significativa y quedándose conforme avanza el nivel de escolaridad
haciendo ver la diferencia entre sus pares, acumulando los parámetros más temidos
para su diagnóstico clínico.
De acuerdo a Hernández, “La disgrafía es un trastorno funcional, es decir, que no
está causado por una lesión cerebral o sensorial, ni por una deficiencia intelectual, y
que afecta a la grafía, es decir a la forma o trazado, de las letras” (como se cito en
López, 2015).Acertamos con la definición de Hernández, en la que se descarta
tácitamente un daño a nivel cerebral, cognitivo, neurológico o intelectual
convirtiéndola en una dificultad que aparece sin una causa aparente en niños con un
nivel intelectual normal, pero al parecer sus escritos están llenos de errores como
sustituciones u omisiones de letras silabas o palabras, palabras escritas sin la
separación adecuada, fragmentaciones incorrectas que hay que atenderlas
Defior, “Como disgrafía evolutiva se conocen las dificultades en el aprendizaje
inicial de la escritura sin que exista una razón objetiva para ello, ya que los niños han
tenido una escolarización adecuada, tienen una capacidad intelectual normal…”
(como se citó en López, 2015, p.14). Como podemos ver los autores citados confluyen
en que la disgrafia no refiere daño cerebral o neurológico, tampoco sensorial o déficit
intelectual. por lo tanto, es una condición que sí puede ser abordad por el docente en
el salón de clases y con todos los agentes que involucra el proceso de enseñanza
aprendizaje.
Portellano, citado por Martín, et. al. (2005), refiere que las dificultades de escritura
son una serie de alteraciones perceptivas motrices que aparecen entre cuatro y cinco
años y que, si no se las atiende, desembocaran en cuadros de Disgrafia. Es aquí
donde el carácter preventivo de la Disgrafía adquiere significativa importancia. Saber
reconocer las características o indicadores de una escritura defectuosa requiere de la