estudios evalúan el sector hotelero y la potencial implementación de energías
renovables por su implicancia económica y proambiental (Arellano 2017).
También, proponen la reutilización de recursos naturales como el agua, control
del gasto energético y reconocen como “factor fundamental la concientización
ambiental en el personal y huéspedes”. Es así como el consumo energético y la
conciencia ambiental permanecen desconectados de las actuales prácticas
sostenibles en los edificios de Quito, Ecuador.
Por tal motivo, éste estudio profundiza la concienciación ambiental y la
conducta del consumo energético en el contexto laboral, como un mecanismo
reductor del impacto ambiental; enfocándose en patrones psicológicos que las
personas están propensas a seguir; éstos pueden ser proambientales o no
(Zelezny 2000). El fundamento científico en el cual se posicionaron las variables
de estudio es el Modelo Teoría del Comportamiento Planificado (TCP), mismo
que cuantifica el impacto del comportamiento del usuario en el desempeño del
edificio (Menezes 2012). Corrobora a este postulado (Armitage y Conner 2001)
al considerar al TCP como uno de los modelos de comportamiento más aplicados
(Menezes 2012) para predecir el comportamiento de los ocupantes del edificio
en situación de post-ocupación.
Cabe recalcar que las causales que guían el comportamiento humano de
acuerdo al modelo son tres factores conductuales: a) factores actitudinales, b)
normas subjetivas; y c) el control conductual (Ajzen 1991). En relación al primero,
es el resultado de las creencias sobre posibles consecuencias del
comportamiento; las “normas subjetivas”, son las creencias personales, valores,
actitudes que conllevan a las comparaciones sociales; a seguir normas sociales
ya estructuradas, directrices o expectativas de comportamiento dentro de un
grupo (Frederiks, Stenner y Hobman 2015); y el“control conductual”, entendido
como el conocimiento y habilidades requeridas para una acción en particular.
Para complementar los factores del Modelo TCP, (Ajzen 1991), se abordó la
“intención individual” como un comportamiento específico que interactúa como
motivación para accionar; a mayor fuerza de la intención para involucrarse en un
comportamiento, mayor efectividad en el desempeño. En este sentido otras
investigaciones como las de (Alberti 2008) resaltan la perspectiva de los
sistemas humanos como conjuntos socioculturales de creencias, mentalidades,
visiones, paradigmas, valores y ética. Estos sistemas están en continuo
crecimiento y cambio; por lo tanto es necesario adentrarse en el entendimiento
de cada territorio, ciudad y contexto.
El modelo de TCP conjugado con los hábitos de los usuarios y con standards
de construcción verde hace factible que se determine la brecha de la conciencia
ambiental y práctica de hábitos ahorradores. Este argumento es respaldado por
(Hong 2015) que recalca la fisura de conocimento entre stándares de
“construcciones verdes” que acertadamente son incluidos en fases de diseño
pero que pierden su seguimiento en fases de operación. La fase de operación
en los edificios es naturalmente la que genera más gasto energético, entre otro
tipo de consumos y desechos. De esta manera el desempeño de los edificios se
ven comprometidos principalmente por los patrones de consumo energético de
los usuarios y su conciencia ambiental. Es así como existe una aparente
discordancia entre conciencia-conducta ambiental y edificio-usuario (Cerrillo
2010), por ende ésta investigación se enfoca en entender la brecha entre la
conducta del consumo energético de los usuarios de oficinas, sus niveles de
concienciación ambiental y en que extensión la conciencia ambiental de los